Las heridas que nos hacemos cuando somos niños siempre sanan, algunas dejan marca para siempre pero en cambio otras con el tiempo desaparecen y no me negaran que ver esas marcas que nos dejaron esas caídas se nos a borrado de nuestra memoria de cuanto nos hizo llorar, todo lo que sangramos y lo que nos dolió a excepción de cuando teníamos que meternos a bañar y temíamos mojar la parte donde te habías cortado porque sabias que te iba a arder y todo por nuestros juegos y locuras que nunca imaginarias que algo iba a doler más que eso pero por supuesto que nos habíamos equivocado porque hay peores heridas que un raspón de rodilla, el corazón. No te duele, te quema, te lastima porque justamente es la herida que tarda más en sanar, la que lleva más tiempo doliéndote y de esta herida si te acuerdas de cuanto lloraste, te sigue doliendo, recuerdas cada minúsculo detalle, no me negaras tu que lees esto que desearías lo mismo que yo en estos momentos, regresar a las heridas de cuando aún no sabíamos lo que era el amor, su verdadero significado.
Supongo que después de leer esto no querrías enamorarte de nuevo pero es parte de la vida y del amor sufrir porque como niños aprendemos a levantarnos llorando y con el tiempo sanar después de un lapso de tiempo largo o corto, y, hace poco descubrí que tal vez nos quede menos tiempo del que esperábamos por la contaminación en el planeta por un meteoro que viene hacia nosotros, lo cual me ha hecho pensar mucho en todo lo que me falta por vivir, cumplir, abrazar, perdonar, sentir, probar, ver, todo. Ama y disfruta que el tiempo es valioso en estos días como a Cameron Boyce que fue a dormir pensando en el día siguiente y ya nunca despertó, no pudo despedirse.
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